Violencia en las marchas contra la violencia

Violencia en las marchas contra la violencia

Me enteré de la terrible noticia por una llamada de mi esposa. “¿Supiste lo que pasó?”

  • Catagoría:  Fe
  • Autor:  Miguel Pulido

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Me dijo con voz nerviosa. Ante mi perplejidad, me contó que acababa de explotar un carro bomba en la Escuela General de Santander. 21 seres humanos sacrificados en el altar de la locura, el orgullo, la ceguera, la violencia que ha definido a mi patria casi desde sus inicios.

“No otra vez”, pensé.

Revivir las épocas de carros bomba en los 90’s me aturdió [1].

El irreversible resultado de la violencia y el terror visitó una vez más nuestro suelo.

Se convocó una marcha para protestar en contra del crimen. El domingo en la mañana, miles de personas se reunieron levantando su voz contra el terrorismo. Pero hubo algunos hechos dentro de las marchas que levantaron una pregunta inquietante: ¿estamos en contra de qué clase de violencia?

Hay videos que evidencian las reacciones desmedidas contra un joven que lleva una camiseta en contra de la guerra que propone un sector político. Decenas lo vituperan, otros lo empujan e incluso lo amenazan. “O te quitas esa camiseta o te pelamos”, se escucha decir a alguien. En otro caso, se ve a un hombre gritar con rabia: “¡Plomo es lo que hay! ¡Plomo es lo que hay!”, casi como si fuera un mantra que muestra su concepción de cómo se solucionan los problemas del país.

Entiendo que son casos específicos, seguramente aislados, pero demuestran una cadena de pensamiento estructural y sistémica. En nuestra cosmovisión está implantado el código de solucionar la violencia con violencia. Todo es cuestión de quién está a cargo. Así, el hombre que grita se justifica en su carácter; la chica que denigra a otras piensa que se lo merecen; el que hace matoneo descansa en que así muestra su hombría; el que ofende en redes sociales piensa que le está haciendo un favor a la humanidad. No estamos en contra de la violencia, sino de la violencia de la que somos víctimas y no victimarios. La sensación de (falso) poder que genera el ejecutar violencia sigue seduciéndonos.

Cuando Jesús enfrentó la infamia e impiedad, y uno de sus discípulos quiso reaccionar con violencia, él le dijo que se detuviera (Mateo 26:50-54). Pudiendo ejecutar justicia fulminante, se abstuvo.

La valentía no se expresa con una espada, un fusil o una ofensa.

Porque el verdadero poder reposa sobre quien no recurre a él para cumplir sus propósitos.

Yo escucho las teclas de algunos: “¡Entonces estás a favor de la impunidad! ¿Nos quedamos callados frente a los violentos?”. ¡No! Considero que la violencia en ninguna de sus formas puede transformar el curso de la historia. La venganza (que frecuentemente disfrazamos con el término “justicia”) es un ciclo interminable, porque las partes no van a sentir que están a mano. No puedes solucionar un problema con la misma conciencia que lo detonó. [2] Si pensamos que la violencia se arregla con violencia, estamos diciendo que Jesús no tenía razón.

La única manera de frenar la violencia es dejando de usarla.

Y las marchas no sirven para eso.

Las urnas son insuficientes.

Los bandos políticos son irrelevantes.

Se requiere un cambio de corazón. Con urgencia. Ahora más que nunca.

 

©MiguelPulido

 

[1] Sé que hay un montón de hechos que se informaron incorrectamente y que hay demasiadas preguntas sin contestar en cómo se dieron los hechos, a la vez que el ELN se atribuyó los hechos. Hay dudas válidas. A criterio de cada quien quedarán las investigaciones y conclusiones respecto a la verdad detrás de esta tragedia.

[2] Escuché este pensamiento en una conferencia de Rob Bell. La idea es suya, esta es una paráfrasis.


Miguel PulidoPor Miguel Pulido
Miguel es Teólogo del Seminario Bíblico de Colombia, y pastor de jóvenes de la Iglesia Confraternidad en Bogotá, además de ávido escritor con la capacidad de conectar nuestra realidad con la perspepctiva bíblica.

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