Durante la Navidad pasada parece que muchos cristianos descubrieron que originalmente esta era una celebración que se hacía en honor al dios Sol.
- Catagoría: Fe
- Autor: Miguel Pulido
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El Grinch es una historia anglosajona escrita por los años 50’s. Cuenta cómo un ser amargado, con un corazón pequeño, maquinó un oscuro plan para robar la Navidad de un pueblo. Al robar la Navidad, les robaría la felicidad, les amargaría la vida. Su corazón estaba tan amargado que no quería que otros disfrutaran de una época de celebración como la Navidad.
Es lo que hacen las personas amargadas: amargan.
¿Por qué escribo sobre la Navidad cuando ya pasó hace más de un mes? Precisamente porque lo que voy a hacer a continuación es una denuncia, lo cual puede generar malestar en algunos. A ellos no quería amargarles la Navidad. Pero sentía la necesidad de hablar de este tema, porque creo que tiene profundas implicaciones sobre cómo vivimos el cristianismo todo el año.
Durante la Navidad pasada parece que muchos cristianos descubrieron que originalmente esta era una celebración que se hacía en honor al dios Sol. En las culturas paganas antiguas, el 25 de diciembre era el día en el que se celebraba el nacimiento de este dios. Llegó a convertirse en una festividad cristiana cuando el emperador Constantino hizo del cristianismo la religión del Imperio. En un movimiento político brillante, siguió con una serie de festividades y costumbres paganas, solo que les adaptó algunas ideas cristianas. Así fue como tomó la festividad del Sol y la unió con el nacimiento de Jesús: usó una fecha de celebración pagana para rememorar un evento central para la cristiandad.
¿Qué pensarían de un movimiento así?
¿Qué calificativos utilizarían para calificar esta jugada político-religiosa?
Esa era una historia que conocía con mucha antelación, pero me llamó profundamente la atención que pareciera que muchos la hubieran descubierto solo hasta el año pasado. Como nunca antes me encontré con fotografías que denunciaban que la Navidad era una festividad pagana; otros compartían con los demás la gran noticia de que Jesús no había nacido en diciembre; algunos iban más lejos al condenar a todo aquel que se atreviera a celebrar estas fechas. Tenían el firme propósito de amargar estas celebraciones manchadas de paganismo.
Estaban en contra de la Navidad…como el Grinch.
No, no estoy diciendo esto porque esté a favor del paganismo, ni del sincretismo, ni porque pienso que lo que hizo Constantino es correcto. Digo esto porque como cristianos debemos abordar esta festividad desde un principio diferente.
Atenas era el mayor centro de paganismo del primer siglo. Existía la historia de algunos pastores que vieron cómo sus ovejas se salvaron misteriosamente de una muerte segura e hicieron un altar; pero como no sabían cómo se llamaba ese dios y no querían enfurecerlo, pusieron la inscripción “Al Dios No Conocido”. Este altar era un altar más dentro de las decenas y decenas que uno se pudiera encontrar en Atenas. Había altares para el dios del agua, de la tierra, del sol, y un extenso etcétera.
Pablo era un rabino judío que había tenido un encuentro con Jesús…y su vida cambió (como siempre ocurre cuando alguien se encuentra con él). Este encuentro y una serie de experiencias posteriores generaron en él la profunda convicción de compartir el amor de Dios con todo el mundo. Pablo viajó casi por todo el mundo conocido compartiendo de lo que había ocurrido a nuestro favor en la persona de Jesús, expresándole a los otros cómo es que Dios reconcilió consigo a todas las cosas en la cruz del Calvario, manifestando la esperanza que la resurrección trae a cada vida.
Así fue como llegó a Atenas.
Pablo quería hablarles sobre Jesús.
¿Y cómo lo hizo?
Se acercó al altar del “Dios No Conocido” y dijo: “¡De él les vengo a hablar!” (mi propia versión de Hechos 17:23). ¡¿Qué?! Ese altar originalmente no fue construido para adorar al Dios que lo había creado todo, el Señor de Israel y Padre de Jesucristo. Ningún registro histórico daba esa evidencia. Cuando el altar se hizo, no se hizo pensando en Dios, sino en un dios más. ¿Cómo es que Pablo toma algo originalmente pagano y termina por hablar de la persona de Jesucristo? ¿Cómo es que Pablo toma un altar pagano y habla del Dios verdadero?
Pero hay una mejor pregunta: ¿qué diría un cristiano Grinch?
Supongo – solo supongo – que habría señalado a Pablo y hubiera corregido su teología. Probablemente publicaría en las redes sociales que el altar “Al Dios No Conocido” era un altar pagano, que en realidad no se había hecho en honor al Dios Verdadero. Seguramente tildaría a Pablo como hereje y cuestionaría sus métodos de compartir el evangelio de Jesús.
Entonces, yo les daría una noticia a los cristianos Grinch: esa fue la manera como el mensaje de Jesús se abrió paso en el pagano pueblo de Atenas. La predicación de Pablo en el altar “Al Dios No Conocido” fue el detonante para que muchos se encontraran con el Dios verdadero.
Piensen cuántas cosas cambiarían en nuestro entorno si en lugar de amargar la Navidad, la viéramos como un altar “Al Dios No Conocido”. No existe otra fecha en el año en el que tantas personas, aunque sea indirectamente, mencionen el nombre de Jesús. No existe otro momento en el que, aunque sea por un momento, muchos se detengan y den gracias a Dios por el privilegio de compartir con los suyos. No existe otro día en el año en que sea fácil reunir a toda una familia para intercambiar muestras de amor en torno a un pesebre.
Sí, la Navidad originalmente es pagana. Es una fecha que originalmente se hizo en honor a otro dios. Y es ahí donde tienes que tomar una decisión: si vas a ser un cristiano Grinch o si vas a ver en esta fecha y otras fechas una oportunidad para hablar del Dios Verdadero.
Mi oración es que este año tengas la sensibilidad para encontrar la infinidad de altares “Al Dios No Conocido” que se levantan a tu alrededor y puedas compartir el amor del Dios Verdadero.
©MiguelPulido
Por Miguel Pulido
Miguel es Teólogo del Seminario Bíblico de Colombia, y pastor de jóvenes de la Iglesia Confraternidad en Bogotá, además de ávido escritor con la capacidad de conectar nuestra realidad con la perspepctiva bíblica.