El reconocido pastor asegura que va a reunir a su comunidad, desafiando las estipulaciones de las autoridades
- Catagoría: Fe
- Autor: Miguel Pulido
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Y con la certeza de que el coronavirus no afectará a quienes entren al edificio de la renombrada iglesia de Anaheim.
¿En qué se sustenta? Su interpretación del éxodo y las plagas que Dios envió a la tierra de Egipto.
¿Quién hace las veces de faraón? Los gobernantes del estado. ¿Quién sería entonces Moisés? Él mismo.
Y lo deja claro cuando de forma provocadora mira a la cámara y declara la frase que es también el título de su sermón: “deja libre a mi pueblo”.
Mientras escribo estas palabras, el video tiene medio millón de visitas.
Las capacidades oratorias de este personaje son incuestionables y su influencia en muchos círculos de la iglesia es indiscutible, sólo basta con pasar por los comentarios del video para darse cuenta que hay decenas y decenas de personas que están dispuestas a seguir sus propuestas, que están convencidos que reunirse es un acto de valentía en contra de un movimiento estatal que desea menoscabar el valor de la iglesia.
Consideran que al impedir que la iglesia haga cultos, están destruyendo la base de nuestra fe y arruinando a las próximas generaciones.
La pregunta fundamental que nos tenemos que hacer es esta: ¿qué es la iglesia? Sé que es un tema que muchos han hablado, se usan silogismos e ideas incluyentes, pero en momentos como los actuales pasa a ser crítico definir un asunto tan vital.
Si la iglesia es un espacio arquitectónico, una estructura organizacional, un calendario de reuniones, es comprensible que se desee mantener a flote un sistema de este tipo con la idea noble (pero equivocada) de estar haciendo la obra de Dios.
No es coincidencia que al buscar “iglesia” te aparezcan imágenes de edificios.
En el video, el pastor termina con un cuestionamiento: “esta es la iglesia, ¿acaso hay alguna otra manera?”.
Para él es una pregunta retórica.
Pero no lo es.
Su concepto de iglesia como reunión está tan arraigado que termina rindiéndole culto al culto, sin importar si sacrifica la vida de otros en el proceso.
Quiera Dios que los edificios religiosos no se conviertan en el nuevo foco de infección por una definición equivocada de un término tan importante.
No, tampoco creo que la iglesia pueda vivirse individualmente y cada uno según su voluntad.
Si un acercamiento progresista a la definición de la iglesia nos dirige al individualismo, no habremos avanzado nada.
Caeremos en un nuevo hoyo por salirnos de otro.
Si la virtualidad (cuando no sea obligatoria) es una excusa para no tener contacto con otros, estamos tan errados como aquellos que limitan este movimiento de seguidores de Jesús a una reunión semanal.
La iglesia se basa en el amor.
Y no se puede amar sin relación.
En su definición más fundamental, la iglesia son las personas.
Somos la iglesia.
No es un lugar sagrado al que asistimos, sino que todo lugar puede volverse sagrado cuando los seguidores de Jesús se conectan, crecen, se relacionan, aman y mantienen en circulación la gracia que les ha sido otorgada.
Porque no vamos al templo, somos el templo.
Tú no asistes a la iglesia, eres la iglesia.
Así que el centro no es la reunión, sino la relación.
Una persona puede haber ido a la iglesia toda su vida, pero nunca tuvo una iglesia.
Las reuniones son simplemente una expresión de la iglesia.
Cuando amas a alguien, cuando eres parte de una familia, estar juntos es una consecuencia natural del vínculo que los une, pero no es lo que los define.
Unas paredes no pueden contener a la iglesia.
Sin embargo, tampoco deben restringir su verdadero llamado.
©MiguelPulido
Por Miguel Pulido
Miguel es Teólogo del Seminario Bíblico de Colombia, y pastor de jóvenes de la Iglesia Confraternidad en Bogotá, además de ávido escritor con la capacidad de conectar nuestra realidad con la perspepctiva bíblica.