Solo es sexo (Parte 2)

Solo es sexo (Parte 2)

Adoración.

  • Catagoría:  Fe
  • Autor:  Miguel Pulido

Anuncios

Si la primera asociación que piensas con esa palabra es música (en especial, lenta), tienes un problema de grandes proporciones. La religiosidad ha atrofiado una parte de tu conciencia, haciéndote creer que lo importante es la emoción de un canto y no la coherencia de una vida. La adoración tiene que ver más con lo que haces de sol a sol que con la clave de sol.

Por otro lado, si consideras que esa palabra está asociada con el fanatismo, tienes un problema de grandes proporciones. Probablemente pienses que se trata de rituales místicos o de comportamientos medio locos que hace la gente para agradar a Dios. Estás equivocado. La adoración tiene que ver con quien eres. Si eres humano (extraña forma de iniciar una frase), adoras. La pregunta no es si adoras o no, sino a qué o a quién adoras.

Así lo dijo Pablo:

¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios?

(1 Corintios 6:19)

El sexo no es sólo sexo.

Porque es un acto de adoración.

A lo largo de la historia existieron numerosas corrientes que tuvieron una actitud hacia el sexo bastante negativa, tildándolo como sucio o pecaminoso en sí mismo. Consideraban que su función era puramente reproductiva, porque la esencia misma del placer era demoníaca. De allí que muchas personas concibieron la santidad basada únicamente en la abstinencia y el celibato.

El péndulo se ha movido de esta perspectiva y nos ha llevado a una percepción del sexo como si fuera simplemente una acción instintiva que debemos obedecer. No necesitamos ponerle títulos ni compromisos ni mística, porque sólo son dos personas gozando un rato. Ni siquiera es necesario saber el nombre del otro.

Ambas perspectivas están equivocadas

El sexo no es un simple intercambio de fluidos.

El sexo tampoco es pecaminoso en sí mismo.

El sexo es santo.

Tu manejo y comprensión de la sexualidad están íntimamente relacionadas con la visión que tienes de Dios. Si crees que él es bueno y que es amor, eso se reflejará en la conducción de tu sexualidad. Si te das cuenta, muchos de los mandatos sobre la sexualidad en la Biblia no tienen explicaciones detalladas, numeradas y con pruebas científicas y argumentativas para convencernos a todos. Obviamente hay razones, pero también hay espacio para las preguntas. Y es en ese espacio donde juega un papel esencial la confianza.

Si crees que Dios dice “no” porque te ama, y no porque es un viejo caprichoso que no tiene más que hacer que poner reglas sin sentido, no necesitarás más razones que su voz para que sea suficiente. No digo que es fácil o que con frecuencia los instintos nos impulsen en direcciones erradas. Sostengo que el manejo de la sexualidad tiene que ver con tu adoración mucho más que simplemente con tu genitalidad.

Adoramos aquello que da sentido, valor, propósito, que nos hace sentir valiosos. No debe extrañarnos que haya gente adicta al sexo: su adoración es tan grande como aquello que consumen; por eso nunca es suficiente. El problema es que están buscando que el sexo dé lo que sólo Dios puede otorgar. Son victimarios y víctimas de una adoración equivocada.

De nada sirve la prohibición si no se soluciona la adoración.

La afirmación de Pablo es brillante por esa razón: trasciende el prohibicionismo y nos da un sentido firme, profundo y claro respecto a cómo podemos concebir la sexualidad adecuadamente.

¿Qué tal si revisas tu adoración?

Quizás tu sexualidad te lo agradecerá.

 

Y, como se imagina, nos falta una entrega más.

©MiguelPulido


Miguel PulidoPor Miguel Pulido
Miguel es Teólogo del Seminario Bíblico de Colombia, y pastor de jóvenes de la Iglesia Confraternidad en Bogotá, además de ávido escritor con la capacidad de conectar nuestra realidad con la perspepctiva bíblica.

Anuncios