Si usted cree que los smartphones y los cristianos no tienen nada en particular, luego de leer este artículo descubrirá que está algo equivocado...
- Catagoría: Fe
- Autor: Jonathan Velasquez
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¿Recuerdas cuál fue tu primer teléfono celular? Yo todavía lo recuerdo, pocos lo olvidamos… 3pm, llegábamos en el carro de mi papá a su sitio de trabajo, parquea su carro junto al andén y al abrir la puerta algo negro sobre la canaleta por donde desaguan las calles.
¡Un teléfono celular! Sin dueño, sin rastro de nadie… ¡nuestro!
Tenía una pantalla que alumbraba verde, una antena monumental y era muy grande como para tomarlo cómodamente con una sola mano, ¡pero era un celular y éramos de los primeros en el barrio en tener uno! Y no solo eso… ¡Tenía un cable para conectarlo al carro!
La verdad, no recuerdo nunca haber hecho una sola llamada con ese teléfono, pero no se me olvida que la carga de su batería duraba 3 o 4 días, igual pasó con el Nokia igual de grande (más conocido como el ladrillo) pero las cosas mejoraron cuando salió el popular Nokia 1100, teléfono pequeño, versátil, ¡se podía jugar culebrita! Y lo mejor… ¡tenía linterna!
Y aun con estas nuevas funciones, su batería duraba alrededor de una semana.
Ahora no sé cómo está exactamente el panorama de los teléfonos móviles; como dice mi papá: “Lo único que les falta es un sanitario, tienen de todo” y marcas como Blackberry, Nokia, Samsung, Sony y por supuesto Apple (iPhone) hacen esfuerzos individuales por ser los mejores, con funciones que van desde sistemas operativos hasta GPSs con funciones especializadas y juegos en red.
Cada uno de ellos puede alardear de sus funciones, de sus diseños, del peso de sus equipos, de su innovación, pero la batería de estos equipos de última tecnología llamados teléfonos inteligentes o “smartphones” ha quedado corta para aguantar tantas funciones…
Sería un éxito que alguno de estos equipos dure al menos 3 días con carga aun usándolos al máximo.
Se parece un poco a la evolución del cristianismo, antes, con persecuciones, pobreza, templos rudimentarios, música a nivel experimental (incluso sin instrumentos), largas distancias y todos estaban dispuestos a ir hasta la muerte de Cristo, ¡tenían buenas baterías, duraban lo necesario!
Pero hoy, con aceptación social, mejor calidad de vida, templos modernos, música profesionalizada, facilidades de transporte… Negociamos nuestro cristianismo, justificamos nuestras malas acciones, negamos nuestra fe, pasamos desapercibidos, nos desanimamos, somos inconstantes y queremos tirar la toalla… Frecuentemente se nos descarga la batería.
¿Será suficiente ser vistosos y funcionales? O será mejor enfocarnos en la constancia… Lo cierto es que Dios pide nuestra batería (nuestro corazón) y se despreocupa un poco del resto (sin decir que deje de tener algún grado de importancia):
Proverbios 23:26
Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
Por @Jonathanvl1
Jonathan es contador profesional, pero escritor vocacional. Sus escritos están llenos de imágenes y sencillez, por eso los publicamos en ZONAJ. Hincha furibundo de la selección Colombia.