Amanece, son las primeras horas del día, sabes que te esperan más de 12 horas de actividades. Diferentes sitios, varias personas por cruzar...
- Catagoría: Fe
- Autor: Jonathan Velasquez
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Escena 1. Para Estudiantes:
Te das “cinco minutos más” de licencia para dormir y cuando abres los ojos ya es más tarde de lo esperado, te bañas como recluta en batallón, desayunas a medias y sales de carreras.Pegar
Sales de casa, llegas a tu lugar de estudio y justo cuando te sientas recuerdas que dejaste la tarea encima del comedor antes de salir, haces cara de estúpido, entras en ansiedad, no sabes qué decir o hacer y estás a tan solo unos minutos para que el profesor exija los deberes de cada uno.
Te dan ganas de orinar o simplemente estás construyendo en tu mente la mentira más brutal jamás vista en la historia, por poco y te convences del cuento que estás armando; de repente de la nada aparece aquella cara familiar que dice: “¡Jon, se te quedó esto en casa!” y de nuevo tu madre o alguno de tu casa te salvó el pellejo.
También pueden ocurrir otro tipo de “milagros” como el hecho de que haya un impresionante temblor que haga suspender las clases, o que el profesor se enferme y no asista o que le exija la tarea solo a algunos de forma aleatoria y tú no seas uno de esos.
Escena 2. Para trabajadores:
Como a muchos de nosotros nos pasan los años pero no los vicios, entonces: amanece, son las primeras horas del día y la cama no te quiere soltar, sabes que te esperan más de 12 horas de actividades, diferentes sitios, varias personas por cruzar y sobre todo, algunas responsabilidades por cumplir.
Te das “cinco minutos más” de licencia para dormir y cuando abres los ojos ya es más tarde de lo esperado, te bañas como recluta en batallón, desayunas a medias y sales de carreras.
Llegas a la empresa y justo cuando vas entrando, escuchas la voz del subconsciente recordando un momento de la semana pasada o el día anterior: “Jon, necesito que me haga este informe en la noche, lo necesito a primera hora en mi escritorio”.
También haces cara de estúpido como cuando eras estudiante pero tú piensas que no la estás haciendo porque estás tratando de disimular para no levantar sospecha, sabes que en cualquier momento te preguntarán por aquello que no hiciste y tu madre no te salvará esta vez.
Estás pensando en decir que lo enviaste al correo y que rebotó o que tenías algunos datos por cotejar con el jefe y que por tanto no lo enviaste, pero los clientes aplazan la reunión, o los proveedores no llegan, o se va la energía dándote tiempo para inventar algo.
Escena 3: Un olvido irremediable
Amanece, son las primeras horas del día y la cama no te quiere soltar, sabes que te esperan más de 12 horas de actividades, diferentes sitios, varias personas por cruzar y sobre todo, algunas responsabilidades por cumplir.
Te das “cinco minutos más” de licencia para dormir y cuando abres los ojos ya es más tarde de lo esperado, te bañas como recluta en batallón, desayunas a medias y sales de carreras.
Aún no has llegado a tu clase o a tu trabajo y a mitad de camino recuerdas que hoy tampoco oraste antes de salir, algunos alcanzan a regresar por él y llevarlo pero otros sienten que pueden remediarlo después pero ese momento nunca llega y tu madre no te lo llevará, ni ocurrirá un milagro porque justamente el de los milagros fue el que dejaste abandonado en casa.
Vivirás un día vacío, sin Jesús, sin su amor, dirección y protección. No tendrás vida en abundancia por un día. Algunos tratan de reponerlo en la noche, otros lo dejan para la mañana siguiente pero de nuevo estarán demasiado apurados o atareados.
Muchos de tus olvidos tienen solución, pero salir sin Jesús es dejar las soluciones en casa.
¡Desmovilizate, no dejes a Jesús en casa!
“Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan.”
Proverbios 8.17
Por @Jonathanvl1
Jonathan es contador profesional, pero escritor vocacional. Sus escritos están llenos de imágenes y sencillez, por eso los publicamos en ZONAJ. Hincha furibundo de la selección Colombia.