Netflix y el grafito de Alexámenos

Netflix y el grafito de Alexámenos

La imagen en la parte baja de la portada se llama el grafito de Alexámenos. Fue descubierta por arqueólogos en una esquina del Imperio Romano.

  • Catagoría:  Fe
  • Autor:  Miguel Pulido

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Hay una persona que está junto a una cruz, en la cual se ve el cuerpo de la persona y la cabeza de un burro. En griego se lee “Alexamenos sebeté theo”, que significa “Alexámenos adora a su dios”.

¿Qué personaje significativo había sido crucificado y posteriormente adorado?

La burla es obvia: el burro es Jesús.

Esta pieza data de la época donde se estaban calentando motores para la primera gran persecución contra la iglesia a manos de Domiciano. La mordacidad de las críticas hacia los cristianos crecía paulatinamente, porque se habían convertido en un dolor de cabeza para Roma. El problema no es que adoraban a Jesús, ya que todo el mundo adoraba a sus dioses y eso no les impedía adorar al César, sino que para ellos la adoración era sinónimo de exclusividad. Sus rodillas no se doblaban ante nadie más que no fuera Jesús de Nazaret.

Así que lo que empezó como violencia verbal desencadenó, como suele pasar, en violencia física. Los persiguieron, los abusaron, los maltrataron, los exiliaron, los torturaron y los asesinaron. Alemán fue un hermano en la fe que sufrió las burlas del Imperio de turno y probablemente fue asesinado por su fe.

Por estos días la discusión ha girado en torno a la película “La primera tentación de Cristo”, la cual presenta a Jesús como un homosexual, a María como una prostituta y a los discípulos como unos borrachos. Varios pastores reconocidos han hecho campaña para que las personas cierren sus cuentas en Netflix en protesta por este irrespeto. Y, por supuesto, han aparecido personas de distintos bandos para criticar esta indignación selectiva que pone el grito en el cielo por esta razón, pero no se indigna por la injusticia o la avaricia de ciertos movimientos “cristianos”.

¿Mi aporte a todo esto?

Que miremos un poco la historia.

El cristianismo es una fe que convive con la burla. De hecho, si rastrean la palabra “burla” en los evangelios descubrirán que aparece en la escena cumbre: la crucifixión. De Jesús se burlaron los religiosos y los paganos. Con esa inauguración, no debería hacérsenos extraño que un movimiento que pretende ir contra la corriente de este mundo enfrente oposición.

Hoy en día hay hermanos, como alexamenos, que sufren las burlas de sus compañeros en el colegio, la universidad, la empresa e incluso su familia. Conozco una jovencita que decidió ser virgen como una manera de honrar a Jesús y su mamá le dijo que era una mojigata. Hay predicadores que presentan caricaturas de Jesús cada domingo en los púlpitos, irrespetando abiertamente lo que él enseñó de dejarlo todo por servirlo a él.

Yo no sé si la gente debe cerrar Netflix o no, lo que me preocupa es que pensemos que eso no ocurre todo el tiempo y seamos ciegos a formas mucho más sutiles como se pisotea el nombre de nuestro Señor:

El narcisismo de Instagram.

Rencores manejados infantilmente en Facebook.

La capacidad de ofender que se aprende en Twitter.

El sexo banal que se vende en aplicaciones de citas (incluso “cristianas”).

¿Deberíamos cerrar todas nuestras redes sociales? Cada quien debería tener la sabiduría de gestionar su propia vida más allá de lo que pueda decir un líder, pastor o influencer. Pero recordemos que cuando a Jesús los escupieron y le gritaban que se bajara de la cruz, él permaneció firme en su decisión de amar este mundo para transformarlo. Eso sí es una revolución de verdad. No, no es silencio ni pasividad; es amor en acción, el cual desnuda la fragilidad del matoneo estúpido que pretende debilitar el movimiento que alteró los cimientos del Imperio Romano y no se ha detenido hasta ahora.

Porque la burla sólo tiene poder si la tomas en serio.

 

©MiguelPulido


Miguel PulidoPor Miguel Pulido
Miguel es Teólogo del Seminario Bíblico de Colombia, y pastor de jóvenes de la Iglesia Confraternidad en Bogotá, además de ávido escritor con la capacidad de conectar nuestra realidad con la perspepctiva bíblica.

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