¿Qué nos pasaría si agradecíéramos aún por aquello que pasamos por alto con facilidad?
- Catagoría: Fe
- Autor: Miguel Pulido
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Hoy se celebra el Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos, una fecha muy especial que tiene que ver con las raíces de su historia. En esta celebración las personas comparten los alimentos y motivos de gratitud con los demás. Es un espacio para recordar cosas puntuales que ocurrieron durante el año por las cuales se está agradecido.
¡Algo muy especial!
Mi esposa y yo creemos que el principio de esta fiesta es muy valioso. Compartir. Agradecer. Son elementos que, lastimosamente, se olvidan con el trajín de la cotidianidad. Por eso, para cerrar nuestro año de actividades con nuestros chicos, hemos venido celebrando el Día de Acción de Gracias desde hace un par de años.
He descubierto un principio:
Todos tenemos motivos para estar agradecidos.
Y eso es muy poderoso. Porque con frecuencia caemos en la tentación de quejarnos por lo que nos rodea. En lugar de gratitud, elegimos el descontento. Pero ¿qué nos pasaría si agradeciéramos aún por aquello que pasamos por alto con facilidad?
Así que quiero hacer un pequeño experimento. Voy a compartir algunas cosas – muchas de ellas simples – por las que estoy agradecido. Espero que al escuchar la gratitud de alguien, tú puedas recordar y compartir los motivos por los cuales estás agradecido.
¿Preparado?
Estoy agradecido…
Por mi esposa, mi mayor regalo.
Por tener padres y una hermana.
Por el privilegio de seguir a Jesús.
Por los pasajes de la Biblia que entiendo.
Por los pasajes de la Biblia que no entiendo (que cada vez son más).
Por poder servir a los jóvenes.
Por los días soleados.
Por los días lluviosos (pero no tanto).
Por el fútbol.
Por el Barcelona.
Por el Real Madrid (¿qué sería de un héroe sin su archirrival?).
Por la Nutela® (¡¿Quiénes dicen “amén”?!).
Por los M&M’s®.
Por estar rodeado de excelentes amigos.
Por las personas que no me quieren tanto.
Por los (buenos) libros.
Por Macondo (que cada vez es menos imaginario y más real).
Por no ser vegetariano (creo que sería uno muy malo).
Por las aplicaciones gratuitas.
Por los regalos de navidad, de cumpleaños y de fechas especiales.
Por los regalos inesperados.
Por la persona que me enseñó a montar en caballo (no me acuerdo quién eres exactamente, pero gracias).
Por la iglesia (las personas, no los edificios).
Por los chistes buenos (esos que te hacen reír hasta que duele la panza).
Por los chistes malos (que uno se ríe por lo tontos que son).
Por los milagros.
Por los que creen en mí (me inspiran).
Por los que no creen en mí (me retan).
Por las segundas, terceras y veinteavas oportunidades que me ha dado Dios.
Por un buen café.
Por el ajiaco.
Por la bandeja paisa.
Por haber estudiado en el Seminario.
Por las personas que han leído hasta aquí.
Por los que van a leer después de aquí.
Por ser esposo de la mujer más hermosa del mundo (aunque yo no soy tan hermoso).
Por la sanidad de mi mamá.
Porque Jesús sigue sanando mi alma.
Por las buenas discusiones (esas que te hacen pensar).
Para poder escribir.
Para poder leer.
Por los desconocidos que algún día serán conocidos.
Por los conocidos que algún día serán amigos.
Por la música (pero no el reggaetón).
Por los misterios del Universo.
Porque clasificamos al Mundial.
Por los buenos profesores.
Por no tener solo una casa, sino un hogar.
Por los dibujitos animados que pasaban en Cartoon Network.
Por el Play Station.
Por el internet de banda ancha (¿algún anciano por ahí que recuerde el internet telefónico y su horripilante sonido mientras se conectaba?).
Porque los días buenos se repiten.
Porque los días malos también terminan.
Por el mar.
Por las estrellas.
Por esas tres palabras: “Todo está consumado”.
Por el pesebre.
Por la cruz.
Por la tumba vacía.
Y tú, ¿por qué estás agradecido?
©MiguelPulido
Por Miguel Pulido
Miguel es Teólogo del Seminario Bíblico de Colombia, y pastor de jóvenes de la Iglesia Confraternidad en Bogotá, además de ávido escritor con la capacidad de conectar nuestra realidad con la perspepctiva bíblica.