No quiero lo mejor para mi hijo

No quiero lo mejor para mi hijo

Aunque me encantan los títulos y creo que en su esencia deben ser enigmáticos

  • Catagoría:  Fe
  • Autor:  Miguel Pulido

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Paradójicos e incluso contradictorios para generar interés, muestro mis cartas de entrada: este no es el caso. El título no pretende simplemente encender la llama de la curiosidad. Después de una honesta reflexión, esa ha sido mi conclusión.

Cuando uno es padre, se supone que siempre debe querer lo mejor para su hijo. Surge por defecto en nuestros anhelos. Sin embargo, en un ejercicio de completa sinceridad, quisiera abrirles una ventana a mi locura y a las reflexiones que me han dirigido a esta idea. No puedo decir que ya he llegado a una conclusión, pero por lo menos estoy cuestionando mis preconceptos.

¿A qué nos referimos con “mejor”?

Pensando en términos económicos, ¿qué hace que un juguete sea mejor? ¿El más barato o el más caro? Para mi bolsillo, podría considerar mejor el más barato, pero sería probablemente el de menor calidad, así que no sería el mejor para mi hijo. Y más aún, ¿a él le interesa el costo de sus juguetes? Lo veo divertido con tanta imaginación con una caja o un lápiz que me cuestiono si le interesa el monto de sus posesiones.

Ahora en la educación, ¿qué es lo que hace que un colegio sea mejor que otro? ¿Su precio? ¿Sus convenios? ¿Sus profesores? ¿Los valores que sostiene? ¿Cuáles valores son los mejores? Si no encontráramos un colegio con esas características pero donde él aprenda, ¿sería el mejor? ¿Y qué pasa si entra al mejor colegio pero eso lo convierte en alguien orgulloso y soberbio? ¿Y qué ocurriría si su colegio tiene un excelente nivel académico en matemáticas pero a él le encantan las artes? ¿Sería el mejor colegio para él?

Cuando llegue el momento de establecer relaciones sentimentales, ¿qué será lo mejor? ¿Cuáles son los parámetros adecuados? Si es una chica que a él le gusta, pero a nosotros no, ¿qué es lo mejor? ¿Y qué si alguno de los dos se equivoca en sus juicios de valor? Una niña lo puede sacar de su espacio de seguridad, llevándolo a convertirse en una persona más profunda, menos egoísta, con mayor conciencia del valor de otro, pero eso es absolutamente incómodo y molesto. En un sentido muy concreto, es una forma de sufrimiento. Entonces, ¿sería lo mejor para él? ¿O lo mejor es tener a alguien que no altera ninguna fibra de tu ser?

En la vida, ¿qué es lo mejor para mi hijo? ¿Cuál punto de vista va a primar: el de nosotros o el de él? Por ejemplo, a él no le gusta tomarse la medicina cuando tiene gripe, pero es lo mejor para él. Si yo le preguntara si tomar la medicina es lo mejor, seguramente no lo sentiría así: ¿estaríamos en ese caso haciendo lo mejor al obligarlo a ir en contra de lo que él desea? ¿No es lo mejor para cada uno es hacer lo que quiere?

Definir lo mejor es complicado.

Pero nuestro entorno nos hace creer que es simple.

En un mundo que se deslumbra estúpidamente por lo más popular, lo más costoso, lo más atrayente, podemos seguir ciegamente una cantidad de parámetros que deshumanizan el arte de la crianza. Nadie debe encajar en un molde preconcebido. Parte de respetar la naturaleza sagrada de mi hijo es aprender su preciosa singularidad. La paternidad es la tarea sagrada de impulsarlo a ser la mejor versión de sí mismo.

Pero, con frecuencia, me llevará a darle la espalda a lo que el resto de la gente considera mejor.

eso es lo mejor.

 

©MiguelPulido


Miguel PulidoPor Miguel Pulido
Miguel es Teólogo del Seminario Bíblico de Colombia, y pastor de jóvenes de la Iglesia Confraternidad en Bogotá, además de ávido escritor con la capacidad de conectar nuestra realidad con la perspepctiva bíblica.

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