Analizaremos un poco el porqué de ciertas censuras sobre el rock cristiano con el que adoramos particularmente a Dios.
- Catagoría: Musica y Cultura
- Autor: Jorge Mario Marin
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En los años 70s estudios “serios” aseguraban que el rock, basándose no en sus líricas sino en su particular ritmo, deterioraba rápidamente el ciclo de vida de las plantas, alteraba la productividad de algunos animales y era nocivo para la salud del ser humano.
Hoy los estudios “serios” que ya parecen contradecir estas posturas llegan a conclusiones por lo demás extrañas como decir que las personas que escuchan heavy metal tienen la tendencia a ser más fieles a sus parejas…..lo que no explican si eso también aplica para algunas bandas como Motley Crue.
Lo cierto es que la ambivalencia con la que se ha analizado el rock ha llegado a debates a favor y en contra del mismo rock cristiano y el asunto del ritmo lo debemos escarbar a través de la teoría de la música del África que según algunos críticos está relacionada en su totalidad con el paganismo.
No trataremos de desmentir si existe dicha influencia, sin embargo, debemos ser balanceados y recordar que no solo la música negra si no también la balada europea, el hall music y el country también alimentaron este género.
Una de las más profundas controversias vino de una historia que, al igual que muchas, tiene ciertas variaciones dependiendo de la fuente, pero que pondremos a exposición:
Cuenta la historia acerca de un misionero que sirvió de voluntario en algún sector del continente africano, quien viajó con su familia y al parecer llevaba desarrollando un excelente trabajo evangelístico.
En cierta ocasión los hijos del misionero se encontraban escuchando una grabación que difícilmente las actuales generaciones podrían identificar como música rock, pero que contenía las melodías de algunos artistas de vanguardia de la época que empezaban a combinar la alabanza con este ritmo. Algunos de estos artistas pioneros se encontraban en el legendario Ralph Carmichael.
Lo más relevante aquí es el hecho que uno de los nativos con que esta familia trabajaba al escuchar dicha grabación corre alarmado donde el misionero y le cuestiona porque sus hijos estaban alabando a Dios con el mismo ritmo de percusión con que él invoca espíritus paganos antes de su nuevo nacimiento.
El profesor de música William Supplee decidió investigar si este ritmo de percusión en particular seguía la misma línea en otras tribus africanas llegando a significativos hallazgos como que mientras algunas usaban este ritmo, en otras adoraban o “apaciguaban” espíritus a través de la flauta, en otras con una campana “sagrada”, un tambor o sencillamente un silbido. Además, la utilización de ciertos olores y colores era importante en dichos rituales.
¿Qué evaluamos ante estos hallazgos? ¿Deberíamos prohibir el uso de la flauta en las clases de música de las escuelas? ¿Quizás tapar los oídos ante una marcha musical que usa el tambor sería “espiritualmente saludable”? O ¿asegurarnos que un predicador no intente silbar antes de subirse a predicar por el bien de la congregación?
Si determinamos que cierto ritmo supuestamente igual o similar al que el nativo usaba para invocar espíritus es en sí una forma de satanismo que nos limita a adorar a Dios con el rock, tendríamos que condenar como en todas las demás formas que son en sí métodos neutrales.
Un ejemplo muy conocido y utilizado con frecuencia dice que un cuchillo en manos de un cocinero podría servir para deliciosos aperitivos pero en manos de un asesino serial sería desastroso. Esta neutralidad debería ser la base para que evaluemos el hermoso y ecléctico arte que Dios nos dio y hacer uso de estos hermosos dones y talentos con el propósito de recordar que todo se creó por medio de Él y para Él.
Por @GeorgeRock
Jorge Mario es un super conocedor de la música y en especial del rock y el metal cristiano. Gracias a sus conocimientos fue el director de ZonaJ Muzic por varios años.